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Juntos para cuidar nuestra casa común

Una Ecoludoteca para un cambio social y cultural por la solidaridad, consumo responsable y desarrollo sostenible.

Mariana Almeida. Fundação Champagnat.

Trabajar con las comunidades requiere una aproximación a su realidad, con todas sus especificidades, creencias e idealizaciones. El mayor desafío es poner en práctica procesos educativos capaces de contribuir a la mejora de la dimensión social, comunitaria y personal y que estos sean sentidos por la comunidad como una respuesta a sus necesidades.


Al mismo tiempo, nuestra sociedad se ha caracterizado por entender la naturaleza como un medio para ser utilizado sin límites para satisfacer nuestras necesidades, requiriendo una respuesta concertada para minimizar el consumo de energía y recursos, generadores de residuos que pueden y deben reutilizarse bien, por una sociedad más sostenible.


En este contexto, la Fundação Champagnat asumió el compromiso de promover una mayor conciencia ecológica y un mayor cuidado de nuestra Casa Común, en el sentido de un cambio social y cultural que promueva la solidaridad, el consumo responsable y el desarrollo sostenible. Así, en colaboración con el Ayuntamiento de Cascais, materializó su intención promoviendo una EcoLudoteca, en Cabeço de Mouro. Este espacio asume un carácter innovador y se diferencia de los otros espacios recreativos de la “Rede de Ludotecas de Cascais” ya que utiliza juegos y varios elementos lúdicos asociados con la reutilización de materiales y la lucha contra el desperdicio como una estrategia pedagógica, desafiando a los niños, los jóvenes, las familias y la comunidad a involucrarse para crear juegos y materiales. Un espacio creado y pensado para ser vivido en comunidad; una puerta abierta para que niños, jóvenes y sus familias desarrollen nuevas habilidades y competencias personales y sociales.


En la fase de implementación de este proyecto, enfrentamos la aparición de esta pandemia que condicionó la finalización de los trabajos de mejora en el espacio y, en consecuencia, su apertura, en el tiempo definido. Trabajamos para hacer que el espacio fuera al mismo tiempo acogedor pero también una tela en blanco que pudiera “llenarse” con las contribuciones de niños y jóvenes que iban a asistir a la Ecoludoteca. Aplazamos nuestra intención de involucrar a la comunidad en esta tarea, favoreciendo la creación de vínculos y mejorando el sentimiento de pertenencia fundamental para que nuestra intervención sea aceptada y compartida.


Durante este período de espera, aprovechamos la oportunidad para alinear el proyecto pedagógico y el plan de actividades con las características de esta población, así como para desarrollar instrumentos y herramientas fundamentales para el trabajo diario en la EcoLudoteca. Creemos que es crucial tener una base que nos defina como un recurso comunitario, catalizador, transformador y educativo, pero siempre en una perspectiva dinámica, que nos permita ajustarnos y crear nuevas formas de involucrar y entusiasmar a los niños, los jóvenes y las familias frente a esta nueva respuesta social.


La apertura de puertas traerá nuevos desafíos que implicarán un primer contacto con la comunidad, comprender sus características, preocupaciones y esperanzas hacia la EcoLudoteca, para que podamos estar alineados con sus expectativas, ser su voz dentro del alcance de nuestra influencia pública y hacer la diferencia de manera efectiva y afectiva.


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